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jueves, 29 de abril de 2010

Las Malas Costumbres de los Niños


Muchos padres no saben qué hacer para que sus hijos abandonen alguna mala costumbre como morderse las uñas, chuparse los dedos, enrollarse los pelos en el dedo, hurgarse la nariz, decir palabrotas, etc. Y muchos de ellos tienen razón en preocuparse ya que algunas costumbres que se inician en la infancia, pueden conservarse hasta la edad adulta. Además, por detrás de cada mala costumbre existe algo que pueda justificarla. Es decir que el mal hábito puede ser apenas una forma que el niño tenga de expresar algo que le esté molestando.



Es necesario estar atento y, siempre que sea posible, se debe cortar lo malo por la raíz. Pero sin agobios ni ansiedades, porque en este caso los resultados pueden no ser nada buenos. Con paciencia, determinación y mucho cariño, todo se soluciona para el bien de los niños.



Según el Dr. Pedro Barreda, de padiatraldia, no todas las manías o actos repetitivos son motivo de preocupación. Dependen de la edad del niño, de las circunstancias y de la frecuencia con que aparezca el habito. A veces sencillamente se tratan de gestos que pertenecen a su lenguaje corporal.

 

¿Cómo un niño adquiere un mal hábito?

Existen algunos motivos por los que un niño empieza a repetir una mala acción. Una de las vías para adquirir un mal hábito es la imitación. Los niños, principalmente los más pequeños, aprenden imitando. En casa, los niños imitan a sus padres y/o hermanos. En la escuela, a sus compañeros. Si el niño, no todos, convive con alguien que guiña los ojos a cada tres por cuatro, es probable que con el tiempo llegue a imitarlo e inconscientemente se inicia un hábito. Lo mismo ocurre si los padres de este niño están diciendo palabrotas todo el día. ¿Cómo querrán ellos que su hijo no aprendan lo mismo? Hay que introducir buenos hábitos en la vida de los niños, y todo empieza en la familia, en la casa.



Otra vía de adquisición de un mal hábito puede tratarse de señales que el niño emite cuando no encuentra ni tiene palabras para expresar lo que siente o lo que le preocupa. Acaban comunicándose a través de alguna mala costumbre. En niños mayores, lo mismo puede pasar si ellos no encuentran diálogo en la familia, o no son entendidos por sus padres. Acaban adquiriendo un mal hábito para llamarles la atención. Es probable que, en estos casos, el niño se desahogue en una mala acción que se convertirá, en muchos casos y con el tiempo, en un mal hábito.

Chuparse los dedos

El chupar el dedo ya sea de la mano o del pie, es un reflejo primario que a veces se mantiene por dos razones. Una dice sobre la relación con que el niño simplemente queda acostumbrado al placer que le produce o le relaja. Por ejemplo el hábito de chuparse los dedos como un apoyo a la hora de conciliar el sueño. Otra razón se refiere a situaciones en las que puede haber alguna dificultad en el desarrollo psicomotor de los niños, debido a una precaria estimulación. Eso se manifestará a través de un hábito, de una acción repetitiva. Generalmente, este tipo de conducta permanece mas bien por la primera razón mencionada, con lo cual se requiere ingenio y creatividad por parte de los padres y/o cuidadores, para controlar y quitar este mal hábito.


 
Tanto los padres como los cuidadores, pueden y deben interferir en estos casos. Por ejemplo, en el caso de que el niño se duerma con el dedo en la boca, una de las primeras providencias a tomar es intentar sustituir el hábito por otro que no le pueda causar daño físico. Para que el niño no cambie el hábito de usar sus manos, le regale un muñequito u otro juguete a que el niño le guste. Es necesario que se críe un amiguito, un compañero para su descanso. El masajear las manos del niño o acariciarle el pelo como forma de relajarle, puede ser una alternativa positiva a la hora de ayudarlo a que se quite el mal hábito. Es más conveniente sustituir un mal hábito por otro bueno que hacer el empleo de castigos y prohibiciones.


Cuando los niños dejan de chupar el dedo

Normalmente los niños dejan el hábito de chuparse el pulgar o los dedos entre los dos y los cuatro años de edad. La persistencia de este hábito después de los siete años puede favorecer a la aparición de problemas dentales. Puede comprometer la posición correcta de los dientes. Existen muchos casos en que los dientes superiores se quedan más salidos que los demás. En este caso, con paciencia y mucho empeño, hay que inducir al niño para que deje el hábito.

 
Hurgarse la nariz

Como sabemos todos, esta mala costumbre no suele ser un hábito exclusivo de los niños. Ellos la comparten con muchos adultos. La manía de hurgarse la nariz puede que aparezca de la imitación del niño a sus padres y/o otras personas. Es un hábito que puede persistir hasta la madurez. Lo que sucede es que antes de los 4 o 5 años de edad, los niños aun no saben que hurgarse la nariz pertenece a unas de las cosas que no se hacen en publico. Que se debe limpiar la nariz al lavarse el rostro por las mañanas y no estar llevando el dedo a la nariz durante todo el día. Además, ellos tampoco saben que la causa más frecuente de un sangrado nasal en los niños suele ser los traumatismos locales que se producen por hurgarse la nariz. Pero, de todo eso, saben los adultos. Y hay que tenerlo en cuenta a la hora de ver que el niño está hurgándose la nariz de una forma persistente y exagerada.


Alergias en la nariz

Tanto en verano como en invierno, las mucosas de la nariz se vuelven muy secas y es normal que el niño sienta la necesidad de librarse de los mocos duros. El niño también puede volverse molesto por las picaduras de la nariz a causa de una alergia. Y que, por todo ello, no piense dos veces en introducir el dedo en la nariz para aliviarse. En este caso, se entiende. Pero es importante educar a tu hijo para que no se haga daño. Explícale que es feo meterse los dedos en la nariz enseñándole a que lo limpie con un pañuelo. Cómprale unos pañuelos de papel de su color favorito y pídale que en lugar de poner el dedo directamente en la nariz, que se suene la nariz en el pañuelo. Y peor que hurgarse la nariz es comer el moco que se quita. Si tu hijo lo hace, por favor, insista con determinación a que abandone esta fea y sucia costumbre. Dile que los mocos son caquitas de la nariz y por eso no debe ser llevado a la boca.


Comerse las uñas
 
Este hábito tampoco es exclusivo de los niños. Pero es uno de los comportamientos más difíciles de interpretar. Suele aparecer antes de los 3 años de edad y generalmente esta asociado a las situaciones de ansiedad, cansancio, y estrés. El aburrimiento también puede llevar a un niño a morderse las uñas. Pero, si el niño es sano, es decir, juega, estudia, tiene amigos, come y duerme bien, y parece estar contento con su vida, es probable que se trate de una mala costumbre pasajera. Y en este caso lo mejor es no interferir y esperar a que le pase.
 

En todo caso, existen muchas razones por las que un niño se muerde las uñas. Una porque no le va bien las cosas en el colegio, otra porque no se encuentra contento consigo mismo, o porque vive una situación de nerviosismo, de miedo, de tensión, o porque le gusta hacerse daño. Hay niños que se muerden las uñas y solamente paran cuando estas sangran.

 
Morderse las uñas es un vicio de larga duración. Según el Dr. Pedro Barreda, de pediatraldia.cl, es uno de los hábitos más comunes de la infancia:

Algunos estudios estiman que el 40% de los niños entre los 5 y los 18 años se muerden las uñas. Tanto los niños como las niñas se muerden las uñas en la misma proporción durante los primeros años. No obstante, a medida que se van haciendo mayores, los niños son más propensos a continuar con el mal hábito.


Medidas a tomar para que tu hijo deje de morder y comer las uñas

- No hable a toda hora con tu hijo sobre su conducta. Eso podrá dejarle más nervioso y el problema se agravará.

 
- El untar los dedos con una sustancia de mal sabor sería una medida útil, pero primero intenta convencer a tu hijo a que es una actitud necesaria para que él no se haga más daño.

 
- Si ves que el problema aumenta, y que existe ya un descontrol visible, puede ser conveniente el consejo y la ayuda de un psicólogo.


Enrollarse el pelo

Suele ser un hábito casi exclusivo de las niñas, como también de muchas mujeres adultas, debido a que la mayoría lleva el pelo más largo que los varones.

Jugar con un mechón de pelo cuando se sienten avergonzadas o tímidas, les da tranquilidad y seguridad.

El hecho de tocar, jugar y enrollar el pelo con los dedos no indica que el niño o la niña haya adquirido una mala y nociva costumbre. El tener este comportamiento no significa que tu hijo tenga problemas de inseguridad o de aburrimiento, etc. El problema sí existirá si tu hijo empieza a sacarse pelos e incluso mechones enteros de la cabeza. En este caso tu hijo estaría auto agrediéndose, lo que indicaría que él esta teniendo problemas y que necesita de la ayuda de un psicólogo.


Un mal hábito muy común

Enrollar el pelo es un hábito muy común, pero si a los padres los pone muy nerviosos ver a su hija jugando con el pelo, lo único que pueden hacer es evitar darle importancia al tema. No vale a pena enfrentarse a tu hija por eso.

No se puede ignorar que todos tenemos algún momento más débil que otro, y que de una forma o de otra hay que buscar algo que nos tranquilice


 

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